El asociacionismo colaborativo se ha definido a lo largo de los últimos años como una iniciativa de las entidades para la organización de sus objetivos en su ámbito de influencia. La Responsabilidad social corporativa nace fruto de una demanda social para facilitar el proceso de interacción entre las empresas y el medio natural. 

 

Durante las últimas décadas el activismo medioambiental o ecologismo ha surgido de un sentimiento proteccionista por los recursos y valores naturales. No obstante, no parecía capaz de llevar a cabo propuestas tangibles prácticas, centrándose casi de forma exclusiva en la denuncia, la protección del medio natural y la demanda del apoyo gubernamental.

Este hecho ha generado situaciones de crispación entre muchos activistas y una dualidad de posturas entre profesionales y no profesionales. Ideologías como el intervencionismo y el conservacionismo ambiental se han ligado a otros conceptos técnicos como son los planes de conservación y los planes de restauración natural, que son, en cualquier caso, complementarios entre sí.

Fruto de esta disputa han surgido algunas personas que han tratado de unificar ambos aspectos promoviendo la participación de todos los agentes involucrados en la partida. Con mayor o menor éxito, hasta que surgió, como de forma natural, la figura del voluntariado y la Responsabilidad Social Corporativa, entre muchas otras.

Por el tiempo, las asociaciones ecologistas han solicitado las autorizaciones pertinentes, normalmente al municipio, para llevar a cabo su activismo. Mientras que el sector empresarial también iniciaba sendas operaciones de coordinación territorial, logística y firmas de colaboración. Sin saberlo se empezaba a tejer una red de cooperación, el asociacionismo, que evidentemente no se puede despegar de las demandas del territorio ni del impacto ambiental que generan, sea positivo o negativo. Las cooperaciones llevaban así mismo la posibilidad de poner sobre la mesa los intereses, necesidades, problemas y soluciones que las partes intercambiaban entre si en un marco legislativo apoyado por las directrices europeas. Un consenso nada despreciable ha generado a día de hoy innumerables firmas de colaboración, así que la voluntad está sobre la mesa. Solo faltaba hacerla realidad.

En mi actividad ecologista he podido observar la evolución del voluntariado participativo desde una perspectiva local pero también gubernamental y legislativa. Mi experiencia más enriquecedora sucedió en la Coordinadora en Defensa de los Bosques del Turia, como confederación de asociaciones adherida a la junta rectora del Parque Natural del Turia cuyo ámbito de actuación es el de los siguientes municipios: Quart de Poblet, Manises, Paterna, Ribarroja del Turia, La Eliana, Villamarchante, Benaguacil, Liria y Pedralba en la provincia de Valencia.  La competencia administrativa y territorial en materia de medioambiente es a su vez tanto la Conselleria de Medio Ambiente como la Confederación Hidrográfica del Júcar y por último más de 30 asociaciones ecologistas locales, la participación de Agenda2020 y asociaciones de carácter social como Afempes o empresariales como Asivalco. Además de la oficina técnica del parque natural, entre muchas otras entidades y personas que siguen gestionando y defendiendo este emblemático espacio natural protegido, como es el Parque Natural del Turia.

El volumen de tejido social, de relaciones inter asociativas, que se desarrolla en estos ámbitos medioambientales es tremendo y el fruto de las mejores relaciones se fundamenta en el voluntariado, en la acción real. Estas actividades se han traducido a día de hoy en proyectos de gran envergadura, entre los que cabe destacar los proyectos de Responsabilidad Social Corporativa.

Y, ahora bien, ¿cuáles son estas actividades vinculadas al territorio y que demandan las empresas como servicio a ofrecer para otras entidades como son las asociaciones o los municipios?:

 

-Los programas de concienciación ambiental.

-Los planes de educación ambiental.

-Los proyectos de conservación natural.

-Los proyectos de restauración natural.

-La vigilancia y seguimiento de los recursos naturales.

-Las jornadas de limpieza.

Estos son los principales programas que voy a desarrollar con el equipo de La Buena Huella 2030 y bajo la figura de la Responsabilidad Social Corporativa para las empresas dispuestas a unirse a la consecución de la Agenda 2030 y sus objetivos. Es una tarea nada fácil, pero prometo que será gratificadora.