La mayor parte de mi vida profesional la he dedicado a trabajar en aspectos relacionado con la gestión del agua, especializándome en aguas subterráneas, dando apoyo y asesoramiento especializado tanto a administraciones públicas como a empresas privadas. Mi fuerte compromiso con dejar un planeta mejor a nuestros hijos me ha llevado a la búsqueda de proyectos e iniciativas alineadas con la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de desarrollo sostenible, con especial atención en el ODS 6 Agua limpia y saneamiento. Tengo una visión holística de la realidad en la que los elementos no pueden analizarse de forma aislada sino como un todo donde la naturaleza juega un papel protagonista. Las personas forman parte de un único sistema junto al resto de seres vivos. Sólo respetando la naturaleza y comprendiendo que formamos parte de ella lograremos acabar con los problemas ambientales actuales como el cambio climático. Por ello, mi apuesta personal, es contribuir en proyectos que generen impacto positivo: aquellos que estén al servicio de las personas y el planeta.

 

 

El agua es fuente de vida, es el nexo que une a todos los seres vivos del planeta. El agua es el componente más abundante en los medios orgánicos, los seres vivos contienen por término medio un 70% de agua. El agua es esencial para los ecosistemas naturales y la regulación del clima.

Hoy en día el agua se encuentra amenazada por varios factores críticos: el aumento de la población mundial, la creciente demanda de los sectores productivos agrícola e industrial y, en especial, por los efectos ocasionados por el cambio climático y la contaminación.

El agua, nuestro recurso más valioso, está sometido a una serie de presiones que hace que nos encontremos ante un escenario de crisis hídrica.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ya alertaba en 2015 que, para el conjunto de recursos mundiales, en 2030 tendremos, si no cambia sustancialmente el ritmo actual de consumo, un déficit de agua del 40%.

La única salida posible para revertir esta crítica situación es realizar una gestión sostenible de los recursos hídricos tal y como queda recogido en la Agenda 2030 de Naciones Unidas (ONU), concretamente en el objetivo de desarrollo nº6 Agua limpia y saneamiento. Las metas 6.3 y 6.4. ponen el foco en el uso del agua en el sector empresarial.

La meta 6.3. establece que, de aquí a 2030, “mejorar la calidad del agua reduciendo la contaminación, eliminando el vertido y minimizando la emisión de productos químicos y materiales peligrosos, reduciendo a la mitad el porcentaje de aguas residuales sin tratar y aumentando considerablemente el reciclado y la reutilización sin riesgos a nivel mundial”. Por otro lado, la meta 6.4. establece que, de aquí a 2030, “aumentar considerablemente el uso eficiente de los recursos hídricos en todos los sectores y asegurar la sostenibilidad de la extracción y el abastecimiento de agua dulce para hacer frente a la escasez de agua y reducir considerablemente el número de personas que sufren falta de agua”.

Las actividades productivas de sectores como la agricultura, la ganadería, la industria, la producción de energía, etc., consumen enormes cantidades de agua que cada vez está menos garantizada por la amenaza de periodos de sequía más largos y que afectan a más territorios que se verán sin duda incrementados por los efectos del cambio climático existente.

En este contexto, “es imprescindible tomar conciencia de la necesidad de gestionar de forma eficiente los recursos hídricos, garantizando su calidad y evitando su degradación para no comprometer ni poner en riesgo su disponibilidad futura”.

En lo que se refiere al sector empresarial, como gran consumidor de agua, debe tener un fuerte compromiso con el ODS 6 adoptando buenas prácticas en la gestión del agua que se utiliza en sus instalaciones.

Por ello, las empresas deben de adoptar medidas como la reducción de los consumos de agua mediante la mejora de los procesos productivos y poner en práctica el principio de las “tres erres”(3R): reducir, reutilizar y reciclar el agua el agua utilizada en la producción de bienes o servicios.

Otro aspecto clave es la implementación de herramientas de medición. Lo que no se mide no se puede mejorar, así que resulta imprescindible medir a través de indicadores específicos para el agua como la huella hídrica u otros indicadores adecuados como herramientas de mejora.

Una gestión sostenible del agua va a resultar esencial en un contexto de escasez hídrica y cambio climático cada vez más evidente y la economía circular es y será una herramienta clave para conseguirlo.