Hay muchos ayuntamientos que han planificado actividades de formación para los jóvenes sobre la Agenda 2030. Pero si esas formaciones no se traducen en acciones concretas no cumplen su cometido. Se tratará solamente de un contenido más adquirido en el ámbito educativo y esto no alcanza.

Pasar a la acción por parte de este grupo etario generará sin dudas lo siguiente:

  • Mayor implicancia de los jóvenes en las decisiones sobre el desarrollo local sostenible
  • Construcción de una nueva agenda urbana armonizando los objetivos locales a los compromisos mundiales
  • Apropiación del espacio cívico que hasta este momento no los tenía como partícipes.

La Agenda 2030 es la herramienta que les permitirá focalizar los objetivos y trazará las estrategias a diseñar por ellos mismos a partir de sus propias propuestas. Para ello, es imprescindible que se les explique cómo es el procedimiento local de participación cívica, se les brinde el espacio, sepan cómo se elabora y se presenta una propuesta y cuáles son los proyectos que se están llevando a cabo en el propio territorio alineados a la Agenda 2030. Traccionar a los jóvenes para que sean partícipes activos de la construcción de proyectos significa apostar al futuro, su implicancia es imprescindible si queremos que se conviertan en ciudadanos comprometidos y promotores del desarrollo de su propio territorio. Para ello, los organismos públicos locales deben pasar de la información al involucramiento.